Los deportivistas se perdían escorados en las áreas del campo más remotas.
Los malaguistas en vez de perseguir jugadores rivales se dedicaron a marear la pelota siendo perseguidos sin mucho éxito.
Pudieron haber caído cuatro goles pero con tres también se ganan los partidos.
Yo ni siquiera he mirado la clasificación de la liga Hipertensiones estos días.
Ni siquiera la he mirado ahora. Ya es bastante que Pellicer espabile y deje de vegetar con esa filosofía suya de haberse rezado cien padres nuestros.
La filosofía barata está bien, pero para ser un gran entrenador, Pellicer tiene que transmutarse en Patton, general de cinco estrellas que estuvo en Almería cuando yo era niño paseándose con sus tanques por toda la ciudad.
Así que el general Pellicer Patton, tiene que dejarse las chorradas en su casa y mover los jugadores hábilmente escorando a los rivales hacia las áreas más lejanas sin perseguirlos.
Dejarlos lejos y esperarlos concentrados para defender el área propia hasta que los rivales pierdan el balón como han hecho los deportivistas y volar hacia el área rival sin esperar a nadie.
Los nervios de la decepción coruñesa se concentró en el codazo marrullero que recibió el defensor malaguista previo al gol deportivista, que fue observada por el árbitro para anular el gol por falta en ataque.
El Málaga CF ha arrasado con velocidad mareando el balón a los rivales. Se ve en el primer gol y en el robo del segundo.
El tercero fue un balón extremadamente bien colocado que ni el portero pudo prepararse para pegar un estirón.
Hay que regalar a Pellicer un casco de general de cinco estrellas, para que se lo ponga cuando sale al campo a competir y pueda concentrarse en su papel de estratega y se olvidé de filosofar en plan filósofo filosofado.
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