Recuerdo siendo niño al CD Málaga, como equipo de segunda división, dando siempre una de cal y tres de arena, a pesar de las innumerables estrellas del fútbol que han pasado por su historia.
La primera vez que entré en el viejo recinto de La Rosaleda, vi un equipo peleón tan duro y frío como las gradas de la zona alta donde me senté, a pesar de que la mayor parte estaban vacías.
La joya de aquel CD Málaga era un tal Migueli, un jugador que no sabía por qué corría de una forma extraña, curvando el cuerpo hacia adelante, dejando una joroba de camello en la espalda y bajando considerablemente la cabeza.
Corría por el lateral hasta llegar justo a la esquina donde me encontraba, para centrar al área con poca efectividad y recursos. Cuando se cansó, ya no le valía mucho correr por el extremo y se quedaba rezagado en aquel pésimo encuentro de segunda división contra el Almería, un partido que no podía ser más malo y feo que los de ahora.
Y yo, que me había pasado la niñez coleccionando cromos de ídolos de primera y segunda división, me quedé de piedra observando lo malos que son jugando al fútbol algunos de mis ídolos de la infancia.
Cualquier partido que yo hubiese jugado en mi posición habitual de delantero centro, tenía muchos más alicientes y belleza futbolística que el juego de aquellos futbolistas de La Rosaleda jugando un derbi tan malo, que solamente se escuchaban insultos porque los balones pasaban a diez metros de la portería.
Aquel partido acabó con empate a un gol. Lo único trascendente es que alguien le chivó a mi padre que iría a verlo y me lo encontré allí. Y aunque se sentó aparte, no me quitaba ojo. Se colocó cerca y me mandó callar cuando grité consignas.
Ya hace algunas décadas que fui por primera vez a La Rosaleda. A principios de los 70 del siglo pasado. Y los técnicos del Málaga siguen siendo tan patateros como entonces, lo mismo digo de los preparadores físicos.
Nunca he entendido por qué ganan tanto dinero en el fútbol. Los dirigentes técnicos son casi todos unos fracasados carentes de conocimientos. Siempre he tenido la certeza que son los chupasangres de los clubes que no justifican sus ingresos, ni se diferencian en nada de cualquier profesor de educación física de cualquier escuela o instituto.
El mundo del fútbol se mueve gracias a personas anónimas, como en las artes y en las ciencias, creando escuela en el deporte de competición. Pero en el Málaga no existen este tipo de personas.
No entiendo por qué un cuerpo técnico de fútbol tan malo con un juego tan ramplón, cobra cantidades desorbitadas en un equipo que milita en la tercera división.
Los dirigentes ejecutivos y deportivos del Málaga siempre han sido individuos carentes de conocimientos y cultura de competición. Lo único que han traído al club es ruina y técnicos con mucho músculo y pocas nociones competitivas. No son nada raras que las cagadas y los descensos de categoría se confirmen en cada generación.
El Málaga siempre ha sido una gran estrella saqueada en sus recursos combustibles, expuesta a explotar como supernova para que colapse y se transforme en un objeto súper compacto, un agujero negro que trasciende el espacio-tiempo estirándose a velocidad de vértigo sobre el horizonte de sucesos.
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